jueves, 28 de febrero de 2019

REEDICIÒN: Revista Amor y Rabia, Nr. 41: "La anarquía", por Errico Malatesta

El número que reeditamos esta vez, el Nr. 41, "La anarquía", de Errico Malatesta, marcó el paso a la madurez de la revista Amor y Rabia, al dar comienzo a la segunda etapa de la publicación. La primera época, que abarcó de finales de diciembre de 1995 a abril de 1997, estuvo marcada por un ritmo endiablado (40 números en 15 meses) en el que la revista tenía un caracter marcadamente local (siendo distribuida también a ciudades cercanas, como Palencia o Zamora) y era editada con una fotocopiadora, tijeras y pegamento. La segunda época marcó un cambio (que no ruptura) radical: el nuevo equipo editorial puso en marcha una periodicidad regular más espaciada (trimestral), y la revista pasó a editarse en imprenta y con depósito legal; esto permitió poner en marcha una expansión más allá de las fronteras de Castilla y León, y organizar suscripciones, algunas fuera de España. Esta etapa se caracterizó, además, por la producción de textos propios, como el dedicado a la red Gladio (número 62), o el dedicado a los medios de comunicación y sus manipulaciones, con exposición incluida (número 59). Esta segunda etapa de Amor y Rabia duró además 6 años, el doble que la primera, desde el verano de 1997 hasta la primavera de 2003. Tras una travesía del desierto que duró 10 años, la revista volvió a aparecer en 2013, poniéndose en marcha la tercera etapa, la actual.

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Errico Malatesta, autor de este texto, fue uno de los pensadores más destacados del movimiento anarquista, que combinó una fina inteligencia con un activismo militante en tres continentes, ganándose el respeto de sus contemporáneos, hasta el punto de que Mussolini no se atrevió a matarlo, y en lugar de eso le confinó en arresto domiciliario hasta su muerte.

Entre las principales características de Malatesta están su compromiso intelectual, negándose a caer en sectarismos de corte ideológico. Un buen ejemplo es su rechazo del intento de Kropotkin de crear un anarquismo cientifista, que expuso de manera magistral en su obituario a la muerte del científico y pensador anarquista ruso. Igualmente, Malatesta rechazó la creencia de que el sindicalismo era la piedra filosofal para lograr la revolución, como dejó claro en la controversia con Pierre Monatte en el Congreso de Amsterdam en 1907 (un texto, por cierto, que la FAI de Madrid entregó al grupo Despertar Libertario -antecesor de Amor y Rabia- cuando nos propusieron integrarnos en la organización, algo que rechazamos para integrarnos en la FIJL).

"La anarquía", el texto que aquí reeditamos, no ha perdido su frecura, ni ha perdido validez su contenido. Tras el desastre de la vía marxista-bolchevique, las advertencias de Malatesta contra la idea ingénua de vías intermedias entre autoritarismo y antiautoritarismo son más actuales que nunca. Esperemos que disfrutéis de su lectura.





martes, 12 de febrero de 2019

REEDICIÒN: Revista Amor y Rabia, Nr. 59: "El sistema de los media. La información como arma"

INTRODUCCIÓN
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: SERVIDUMBRE Y PROPAGANDA

"La información es un arma. En la mayoría de los casos los periodistas son mercenarios. Están pagados por los que tienen algún interés en esa información. Saben qué es lo que sus patrones esperan que digan, y a cambio reciben privilegios, dinero y renombre. Si se comportan de otra manera, se ven privados de su empleo. El drama es que lo más normal es que consientan, así que no es necesario censurarles (…). Pretender que los media son independientes es un mito, como es una ilusión creer que esta profesión (la de periodistas) pueda ser ejercida honestamente (…) La información es un arma. Es un producto que se compra y se vende y que tiene al gran capital detrás suyo. El mismo capital que fabrica misiles ‘Patriot’, aviones ‘Mirage’, que se apodera del petróleo árabe y crea puestos de trabajo esclavizantes en los países pobres. Es el mismo capital que está en la base de los intereses capitalistas y que se ha apropiado de los media”. (Georges Kaziolas, periodista de Radio France International: extraído de Ojo con los media, de Michael Collon).

Los medios de comunicación de masas aún siguen beneficiándose del aura de alguna cosa parecida al servicio público, a una misión de interés general: la de informar al ciudadano ara permitirle que haga su elección y tenga peso en la vida pública. Este aura es un mito ilusorio en cualquiera de los múltiples medios de comunicación que existen.

Con la voluntad de mostrar esta realidad, la F.L. de CNT de Valladolid, el Ateneo Libertario “Gregorio Baticón” y Amor y Rabia elaboramos esta exposición sobre los medios de comunicación (que titulamos “El juego de la mentira” tomando el título de un libro de Michel Collon), que se enmarcaba dentro de los actos que organizamos para la IX Semana Cultural Libertaria (del 8 al 12 de mayo) y que aquí reproducimos. Mostramos en ella las medias verdades, los engaños y los intereses que hay detrás de algunos de los últimos conflictos con que los medios nos han bombardeado. Esperamos que sirva para hacernos reflexionar sobre la información que manejamos, la opinión que nos formamos y la luz de esa información y la falta de correspondencia entre a realidad y la representación de la misma que nos brindan los medios. ¿Qué criterios siguen los informadores para realizar su trabajo? ¿qué intereses les mueven? ¿quién controla los medios y con qué fines? Las preguntas son muchas, y las respuestas no nos gustan. Debemos buscar la verdad por nuestros medios y no esperar a que nos la interpreten.

Programa de la exposición organizada para la IX Semana Cultural Libertaria
(del 8 al 12 de mayo 2000)



Pequeña aproximación al funcionamiento de los ‘media’

La mundialización de la economía ha conducido a la creación de un entramado mundial que gira en torno a la información y que abarca todos los sectores económicos: finanzas, materias primas, márketing…

Debido a la importancia de la información, se han ido sufriendo dos procesos: por una parte una intervención en los medios por parte de grandes imperios económicos (sirva como ejemplo el señor Berlusconi, cuyo grupo Fininvest controla importantes actividades financieras, compañías de seguros ye inmobiliarias). Por otro, se ha dado un segundo proceso consistente en la acumulación de los medios cada vez en menos manos.

Este control de los medios por parte del capital los ha sumido en la lógica del mercado y los ha integrado en el mundo de los negocios, con las servidumbres que ello conlleva. La finalidad de un medio no es ya informar, si no producir beneficios.

Esto se ve más claro analizando el tema de la publicidad. En general, es la publicidad la que realmente mantie-ne a un medio y no los consumidores de ese medio. Esto tiene una doble consecuencia: la publicidad impulsa la concentración de los medios, puesto que son los medios más grandes los que obtienen mayores ingresos, publicitarios, y provoca, inevitablemente, que aparezca una censura y una autocensura en el medio en cuestión. ¿Por qué?, porque el inversor tiene la capacidad e vetar aquellos contenidos que juzgue dañinos a sus intereses, y porque para evitar esto, muchos medios suprimen directamente los contenidos que puedan crear problemas con el inversor.

Pero, por si estas trabas inherentes al funciona-miento del ‘sistema’ parecían pocas, no podemos pasar por alto las fuentes de las que obtienen las noticias los periodistas. Salvo honrosos casos, la norma general es que las reciban del gobierno, la administración o las empresas a través de conferencias de prensa, informes, dossieres, transcripciones de entrevistas, previsiones empresariales… ya sea directamente o vía agencias de prensa. Esto es muy cómodo puesto que estas fuentes imprimen a las informaciones una autoridad que las exime de ser verificadas y las ofrece ya elaboradas. Así pues, el periodista se ve inmerso en el funcionamiento del sistema, formando parte de él, y no siendo más que vocero del poder.

Más importante aún que las trabas para una información libre y veraz, que hemos descrito someramente, es la presencia de una ideología consciente e inconsciente en el discurso de los medios.

Es evidente que una representación de una determinada realidad implica recoger ciertos aspectos de ella y seleccionar las palabras y los conceptos que la describen. Esta selección depende de la ideología del periodista y de su método de trabajo. Por lo tanto es de lógica afirmar que todos los medios tienen una ideología y sobre todo cuando lo niegan.

Pero, ¿cuál es esta ideología?. Es la que legitima y defiende el estado actual de cosas como algo ‘natural. Es al fin y al cabo una ideología ‘procapitalista’ (como la define Michel Collon, op. cit.). Esta ideología se fundamenta en la defensa de las relaciones económicas supeditadas al capital y su premisa es que la libre propiedad privada del capital y su libre dominio sobre la economía son las condiciones básicas para el bienestar general. Estas relaciones económicas son mantenidas por el estado, que descansa sobre el consentimiento ideológico de los partidos, que a su vez están financiados por la empresas. (Este consenso permite el funcionamiento del sistema prescindiendo de métodos demasiado represivos). Estos partidos, que están de acuerdo en lo fundamental, tienen por cometido canalizar los descontentos hacia posiciones asumibles por el sistema, a través de elecciones que aseguran la participación ‘democrática’ de la población, estando de hecho las decisiones más importantes para la sociedad tomadas de antemano fuera, incluso, de los gobiernos.

Por tanto, los medios juegan un papel integrador y desmovilizador. La información nos incorpora a los temas y valores del sistema social capitalista (competitividad, éxito, fama, vanalidad, ‘velocidad’, acriticismo, fatalismo…), reproduciendo la ideología existente y construyéndola a su vez. Dado que de forma deliberada no fomentan en el espectador el pensamiento y la crítica (por esa misma condición pasiva de ‘espectador’), pueden determinar la elección política de la gente y condicionar su comportamiento sólo con presentar las situaciones de un cierto modo. Así pues, cabe más hablar de propaganda que de información.

Frente a esta situación debemos invocar a la razón y al pensamiento para romper el cerco informativo al que estamos sometidos y crear los medios alternativos que nos permitan conocer y comprender la realidad. Sólo de este modo podremos empezar a ser más libres construyendo un mundo mejor.