[Tal dia como hoy —pero de hace 145 años—, nacía una gran revolucionaria, Emma Goldman (27/06/1869 - 14/05/1940). Anarquista de origen judeo-lituano, emigró a los USA y allí conoció y militó en el movimiento obrero; feminista convencida, defensora del control de natalidad y del uso de anticonceptivos; también antimilitarista y contraria a la Primera Guerra Mundial. Fue considerada por Edgar Hoover y los sectores conservadores estadounidenses como «la mujer más peligrosa de América». Conoció la Revolución Rusa y condenó la dictadura bolchevique. Estuvo en España durante la Guerra Civil apoyando la revolución.
En un número de nuestra revista (número 52, de marzo/abril de 1999) hicimos un doble monográfico, uno dedicado a esta gran mujer (el otro fue a Nietzsche) con un estracto del la biografia escrita por José Peirats, Emma Goldman. Anarquista de ambos mundos. Del cual os ponemos unos párrafos en recuerdo a Emma.]
Las instituciones estatales van y viene, pero el individuo persiste. Este representa la fuente de todos los valores. Al hacer la exaltación del individuo, Emma ponía en guardia contra el grosero individualismo. El laissez faire condujo directamente a la explotación de grandes masas de desheredados. Este tosco individualismo ha sido el principio de la esclavitud moderna en provecho de pretendidos superhombres. América del Norte ofrece un genuino ejemplo de este falso individualismo.
Emma evoca que hubo un tiempo en que se desconocía el Estado y, sin embargo, el hombre existía sin Gobierno organizado. Se vivía en pequeñas colectividades, en las que florecía el arte y una industria a la medida de su tiempo. Se trataba de una sociedad voluntaria de mutua protección. Todo lo más se escuchaba el consejo de los ancianos, que no pretendían dominar al individuo. El Estado tomó forma con la imposición de los físicamente fuertes sobre los débiles. Así pudo avasallar una minoría a la mayoría. Tanto el poder secular como el sacerdotal nacieron para dar una apariencia legal a la explotación. Lo mismo puede decirse del constitucionalismo y la democracia. Quisieron inculcarnos que el hombre es malo por naturaleza. Y que hay que conducirlo de la mano y enderezarlo.
Emma insiste en que el Estado es una abstracción y el individuo la sola realidad. Hasta los filósofos se han prestado a veces a divulgar la infalibilidad del estado. El verdadero racionalismo fue condenado como blasfemo y se hizo del servilismo una virtud. Por lo tanto, todo progreso efectivo implica desenmascaramiento del dogma de la divinidad. Todas nuestras conquistas lo han sido, pese al Estado, en conflicto y lucha con él. Fue la voluntad liberadora quien abrió el camino a la ciencia, la filosofía, el arte y también la industria.
Cualquier concesión al Estado, monárquico o republicano, fascista o bolchevique, se revuelve contra el hombre. Los grandes hitos de la civilización fueron obra de los visionarios, de los profetas, de los idealistas, de los soñadores. Emma cree que no hay otra salida que la revolución.
José Peirats