EDITORIAL: Y colorín, colorado...
Tras destrozar nuestras vidas durante dos años y cobrarse innumerables víctimas entre los sectores más podres e indefensos de la población, de un día para otro la dictadura sanitaria ha dejado de existir. Prueba de ello es que el Ministerio de Sanidad ya no dice los datos diarios sobre infecciones, eliminando el parte del miedo usado para a mantener el pánico, o que por arte de magia ya no importe el aumento de las infecciones y se apresure el gobierno a eliminar unas “medidas contra la pandemia” que no han logrado evitar ni una sola “ola”, ni proteger a los grupos de riesgo. Como denunciaba el profesor Ehud Qimron, jefe del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv y uno de los principales inmunólogos israelíes en su artículo Es hora de admitir el fracaso:
Dos años después, finalmente os dais cuenta de que un virus respiratorio no se puede derrotar y que cualquier intento de este tipo está condenado al fracaso... Os negasteis a admitir que la infección llega en olas que se desvanecen por sí solas, a pesar de años de observaciones y conocimientos científicos... Os negáis a admitir que los test a gran escala son ineficaces... Os negáis a admitir que la recuperación de la enfermedad tras haberla pasado protege más que una vacuna... Habéis destruido la educación de nuestros hijos y su futuro. Hicisteis que los niños se sintieran culpables, estuvieran asustados, fumaran, bebieran, se volvieran adictos, abandonaran la escuela y se pelearan, como atestiguan los directores de escuelas de todo el país. Habéis dañado los medios de subsistencia, la economía, los derechos humanos, la salud mental y la salud física de la población... Calumniasteis a compañeros que no se rendían ante vosotros, pusisteis al pueblo en su contra, habéis dividido a la sociedad y habéis polarizado los debates. Habéis calificado a las personas que optaron por no vacunarse de enemigos del público y propagadores de enfermedades sin ninguna base científica...
Quienes en AyR nos negamos a ceder, sin duda ayudados por haber formado parte del movimiento de insumisión, hemos podido entender, por fin, lo que los libros de historia eran incapaces de transmitir: como el uso dosificado de mecanismos de propaganda que no tienen nada que envidiar a Goebbels puede volver loca una sociedad mediante y convertir a la gente en lobos a la caza de víctimas señaladas con el dedo. No tiene ningún secreto ya el cómo pudo existir la Inquisición o imponerse el nazismo en Alemania. Nuestra imagen de la sociedad, el ser humano, la izquierda en su conjunto y el movimiento anarquista en particular, ha cambiado de manera radical. Los insultos, el acoso o la pérdida de amistades por negarnos a aceptar el aquelarre pseudocientífico ha sido atroz, pero también es cierto que hemos salido más fuertes.El circo sigue, y para proteger los intereses del tambaleante capital financiero han sustituido el virus apocalíptico a la guerra. Creed lo que querais, nosotros seguiremos denunciando los cantos de sirena del poder. Por la anarquía.