«Acepto de todo corazón la máxima: "El mejor gobierno es el que gobierna menos", y así también lo creo, que "el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto"; y, cuando los hombres estén preparados para él, ése será el tipo de gobierno que tendrán...», así comenzaba Henry David Thoreau su famoso ensayo DESOBEDIENCIA CIVIL, publicado en 1848, en plena intervención militar de los EEUU en México, guerra de conquista con la que el vecino septentrional se anexionaba la mitad del territorio del vecino meridional.
Este texto sirvió de inspiración en los futuros movimientos contestatarios pro-derechos humanos del siglo XX. Thoreau, con él criticaba al Estado y su omnipotencia, representado por el autoritarismo de los gobiernos —por muy parlamentarios, democráticos y constitucionales que sean—, y, en especial, al de su país (considerado la cuna de la democracia moderna) que permitía la esclavitud y se enzarzaba en una guerra imperialista. Él se anteponia como podía, incluso negándose a pagar impuestos. (No descartaba el pago de impuestos con fines colectivos, pero rechazaba el pago para otros menesteres no sociales, muy al contrario del individualismo neoliberal.)
Con su ataque a la intervención militar en tierras mexicanas, descartaba todo supuesto fin 'humanitario' como justificación de la guerra, cosa raramente reconocida por los actuales intelectuales que abogan por todo tipo de intervenciones en países 'dictatoriales' del llamado Tercer Mundo.
Incluso, tras la ejecución de John Brown —abolicionista que usó la violencia contra la esclavitud— ni le cuestionó en absoluto sus métodos, y encima lo alabó, porque sabía que el único responsable de tal violencia era un Estado que permitía la existencia de una institución tan detestable como la esclavitud. Otra cosa que los 'demócratas' de hoy día desconocen y no tienen en cuenta, simplemente se conforman con denunciar superficialmente todo acto violento, sin buscar las causas y condenar esas circunstancias que conducen a ello.
Y, por lo menos, que no colaboremos aportando nuestro «granito de arena» a las injusticias y otras circunstancias adversas imperantes, como este radical estadounidense, también, nos comentase en este histórico ensayo: «No vine al mundo para hacer de él un buen lugar para vivir, sino a vivir en él, sea bueno o malo. Un hombre no tiene que hacerlo todo, sino algo, y debido a que no puede hacerlo todo, no es necesario que haga algo mal.»
En este ensayo Thoreau también nos defendía el derecho legítimo, e incontestable, a la rebelión contra todo poder impopular: «Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, es decir, el derecho a negar su lealtad y oponerse al gobierno cuando su tiranía o su ineficacia sean desmesurados e insoportables.»
A finales de enero de 1997 (el tercer año de existencia) sacamos el texto de Thoreau en un número de nuestra revista en papel, que hemos reeditado y que desde aquí podéis leer y/o descargar:
¡SALUD Y LIBERTAD!