Frans Masereel, autor de las ilustraciones que contiene en número 43 de la revista Amor y Rabia, es uno de los artistas de espíritu libertario que mejor han sido capaces de expresar la desesperación que provoca ver al salvajismo irracional del capitalismo y el militarismo. Para conocer la vida de Masereel traducimos aquí un artículo de Nick Heath aparecido en la revista Organize!, portavoz de la Anarchist Federation, número 82
“Si todo pereciera, todos los libros, las fotografías y los documentos, y nos quedaran tan sólo las xilografías que Masereel ha creado, solo a través de ellas podríamos reconstruir nuestro mundo contemporáneo, y uno podría saber cómo se vivía en 1920, cómo vestidos, se entendería toda la guerra espantosa en el frente y en la retaguardia, con todas sus máquinas diabólicas y siluetas grotescas, comprendería las bolsas de valores y las fábricas, las estaciones de ferrocarril y los barcos, los hombres de todo tipo y, lo que es más, el espíritu, el temperamento moral de nuestro tiempo "
Stefan Zweig
Frans Masereel nació en Blankenberg, Bélgica, el 30 de julio de 1889. Blankenberg es un balneario y Frans nació en una familia de clase media. La clase media de la zona hablaba francés entre ellos y flamenco con sus sirvientes o los campesinos locales. Recibió una educación en Gante y luego fue allí a la École des Beaux-Arts (Academia de Bellas Artes.
Llevaba allí menos de un año cuando su maestro le aconsejó que viajara y "viera las obras maestras del mundo" y que trabajara por su cuenta, ya que la Academia no podía aportar nada más a su educación. Aproximadamente por la misma época, Masereel conoció al maestro grabador Jules de Bruycker y quedó muy influenciado por él, sobre todo por su gusto por los gráficos y los dibujos a pluma y tinta.
En 1910 Masereel viajó a Túnez. Al año siguiente se trasladó a París y, enamorado de la Ciudad de la Vida, decidió instalarse allí. Se sentía atraído sobre todo por los lugares donde se reunían las multitudes y le encantaba dibujar escenas de la calle, el café y el Sena, aunque él mismo era un personaje reservado y tímido. Fue influenciado por las revistas ilustradas que eran muy populares en ese momento, y también por las xilografías medievales que descubrió durante las visitas a las bibliotecas. Cuando empezó la Primera Guerra Mundial, no fue reclutado. Se ofreció como voluntario para trabajar para la Cruz Roja Internacional y, como resultado, se mudó a Ginebra en Suiza, donde trabajó como traductor de flamenco.
Fue en Ginebra donde Masereel descubrió a todo un grupo de evasores, desertores, antimilitaristas y revolucionarios, artistas y escritores consternados y disgustados por la gigantesca masacre.
Es en este círculo donde conoció al escritor y novelista francés Romain Rolland, que era uno de los fundadores del periódico antimilitarista La Feuille. Atraído por estas ideas avanzadas, Masereel dedicó tres horas cada noche a producir una caricatura política. Masereel, junto con Rolland y Pierre Jouve, escritor, crítico y anarquista, y Marcel Martinet, uno de los pioneros de las ideas del arte y la cultura proletarios, publicaron el folleto Salut a La Revolution Russe en mayo de 1917. Masereel ilustró luego una sátira de Rolland Liluli y grabados en madera para una película que nunca se produciría, La revuelta de las máquinas.
Masereel permaneció en Suiza hasta 1922. Mientras que la mayoría de los que estaban en los círculos de Ginebra en los que había participado habían regresado a sus países de origen en 1920, Bélgica consideraba a Masereel como un saboteador del esfuerzo de guerra debido a sus actividades antimilitaristas. Finalmente se mudó a Montmartre, en París. Allí conoció al artista alemán George Grosz, que produjo obras salvajes y furiosas contra la guerra y el capitalismo. Como Masereel, Grosz estaba fascinado y al mismo tiempo asqueado por la gran ciudad. Como escribió Masereel a Rolland: "Él también piensa que el arte debe ser en la medida de lo posible un gesto (acción) y que el artista no debe ser indiferente a la cuestión social".
Como escribió su amigo Stefan Zweig; “No sé nada en la tierra que este apasionado amigo de la humanidad odie más que las instituciones que tienden a reducir la riqueza y abundancia de la vida a la frialdad, uniformidad, inmovilidad, para encerrar y sofocar la materia viva dentro de límites fijos. Es enemigo del Estado cuando éste favorece la coacción y la injusticia; es enemigo de la 'sociedad' despótica, conservadora, y aunque no se adhiere a ningún partido (los rechaza a todos como un grillete a la libertad interior) está del lado de los débiles, los oprimidos, las víctimas”. En algunas historias de Masereel se le presenta como un anarquista. Si bien permaneció esencialmente libertario, fue durante demasiado tiempo, como su amigo Rolland, un compañero de viaje del estado soviético entre las dos guerras mundiales y su actitud ambigua hacia el Estado debe verse desde esta perspectiva.
Sin embargo, son sus poderosos libros de xilografías, precursores de la novela gráfica moderna, los que han seguido siendo populares entre muchos, incluidos los anarquistas. El anarquista y defensor de la cultura proletaria Henri Poulaille utilizó las obras de Masereel en la década de 1930 y justo después de la guerra en sus revistas y ha influido profundamente en artistas de persuasión anarquista como Clifford Harper. La primera de ellas fue La pasión del hombre, publicada en 1918, seguida de Viaje apasionado y El sol (ambas de 1919) y Historia sin palabras y La idea publicada en 1920. La idea es quizás una de sus obras más importantes donde un escritor da a luz a La Idea ilustrada como una diminuta hada desnuda. Las autoridades intentan reprimir su desnudez, el escritor la defiende y es puesto al frente de un pelotón de fusilamiento por sus esfuerzos. Demasiado tarde, La Idea se reproduce masivamente a través de la imprenta. Hasta cierto punto, la Idea representa el poder de las ideas políticas, mientras que también muestra cómo continúan existiendo a pesar de la represión, y se puede interpretar como la forma en que las mujeres representan una amenaza cuando desean expresarse libremente y, posteriormente, son ridiculizadas y su imagen es manipulada por los medios de comunicación. Siguieron otras novelas grabadas en madera, incluida la asombrosa La ciudad de 1925. Aquí se retratan poderosamente las masas de la ciudad y la soledad que coexiste con ellas, al igual que el malestar político, la pobreza, las riquezas y la degradación y la enfermedad. Estas obras tuvieron tanto éxito que algunas de las ediciones tuvieron mas de 100.000 ejemplares.
Durante la Segunda Guerra Mundial Masereel se refugió en la Zona Libre de Francia, instalándose luego en Niza en 1949 hasta su muerte en enero de 1972 en Aviñón. Como se mencionó anteriormente, Masereel fue popular en los años de entreguerras, pero desde la Segunda Guerra Mundial fue olvidado casi hasta hace poco. Su influencia en artistas estadounidenses como Lynd Ward, que luego comenzó a trabajar con un estilo similar, en Art Spiegelman, creador de la novela gráfica Maus, en el gran dibujante Will Eisner y muchos otros, así como su gran importancia en el desarrollo de la novela gráfica implica que debería ser reevaluado. Quizás sus posturas abiertamente hostiles hacia la guerra y el capitalismo podrían tener algo que ver con esto, podría pensarse.
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