miércoles, 7 de octubre de 2020

DIGITALIZACIÓN: Revista Amor y Rabia, Nr°. 22: "La conquista del pan", de Kropotkin

Kropotkin y el apoyo mutuo

por Julián Vadillo Muñoz

Las ideas socialistas del siglo XIX conllevaban en su cuerpo doctrinal la cooperación, el entendimiento y el apoyo entre semejantes, como factor diferenciador del modelo económico capitalista basado en un exceso de individualismo y de búsqueda de un beneficio propio.

Algunos utopistas ya lo habían marcado en los periodos previos al desarrollo industrial, pero fue con el desarrollo del primer socialismo cuando estas teorías comenzaron a ser profundizadas. Charles Fourier, en su doctrina social del falansterio hablaba de la necesidad de un armonismo social, tomando como base el trabajo cooperativo y no competitivo, que repercutiese en un interés social y de conjunto, pero no un beneficio monetario individual. Este armonismo lo copiaba Fourier de su observación en algunas especies animales, como castores, abejas y hormigas, donde es la cooperación mutua lo que mueve a esas especies en numerosos momentos. Este modelo del falansterio fue llevado a la práctica en algunos lugares, donde un entorno hostil los hizo fracasar.

El máximo representante de la corriente cooperativa fue el socialista británico Robert Owen, que estimó que, frente al modelo capitalista, la teoría cooperativa se tenía que basar en el mayor bienestar general de los productores.

Tanto Fourier como Owen estimaban que estos modelos se tenían que realizar en grupos acotados de individuos para que pudieran funcionar, ejemplificando al resto de esa mejor organización y que la transformación social se produjese por mimetismo. Una opción que fue superada por el socialismo de la segunda mitad del siglo XIX.

El desarrollo de un capitalismo mucho más sofisticado, que pasó de una producción reducida a una producción industrial precisaba de una respuesta distinta por aquellos que ponían en duda su modelo económico. Es el momento de las aportaciones de Karl Marx o Mijaíl Bakunin al movimiento socialista internacional, donde se pretendía la construcción de grandes organizaciones de trabajadores que promoviesen transformaciones revolucionarias a gran escala.

Piotr Kropotkin

En ese contexto apareció la figura de Piotr Kropotkin. Este había nacido en Moscú en 1842, en una familia aristocrática muy cercana a la corte del Zar. Aunque inicio una carrera militar, Kropotkin se interesó desde muy pronto por la ciencia y comenzó sus estudios de matemáticas y geografía en la Universidad de San Petersburgo. Su buen hacer como geógrafo le valió becas de estudios lo que hizo que viajase a lugares como Finlandia o Suecia.

Comenzó a conocer las ideas opositoras al zarismo y muy pronto Kropotkin pasó a engrosar las filas revolucionarias y socialistas. Aunque en un primer momento se sintió atraído por el marxismo posteriormente fue conociendo profundamente el anarquismo, del que se convirtió en uno de sus principales teóricos. Perteneció a la Primera Internacional, que tras su disgregación en 1872 siguió siendo un referente, pues una de las ideas fundamentales de Kropotkin era poder aunar en una misma organización al movimiento socialista.

Sus visiones del anarquismo, al que consideraba una filosofía y modo de vida natural, le van convirtiendo en una referencia internacional a través de escritos que va dejando en periódicos como La Révolté o en iniciativas impulsadas por él mismo como Freedom.

Acusado por sus detractores como uno de los auspiciadores de la violencia anarquista del periodo finisecular, en realidad Kropotkin no contemplaba la acción terrorista como estrategia de acción revolucionaria sino la organización efectiva de aquellos que querían una transformación social profunda. Del periodo final del siglo XIX destacan sus grandes obras: La conquista del pan, Campos, fábricas y talleres o El Apoyo Mutuo. Muchas de estas aportaciones comenzaron como artículos para la revista Nineteenth Century. Aportaciones que confirieron a la explicación del anarquismo un concepto científico y que abarcaba todos los espacios sociales.

Kropotkin, favorable a la transformación revolucionario y uno de los principales pilares desde el exterior a los organismos anarquistas en la Revolución de 1905 en Rusia, fue polémico cuando con el estallido de la Primera Guerra Mundial se mostró favorable a una victoria de los ejércitos de la Entente frente al militarismo alemán y austrohúngaro. Firmante en este sentido del Manifiesto de los 16 (junto a otros anarquistas como Jean Grave, Charles Malato o Vaarlam Cherkeshov) no contó en esta ocasión con el apoyo de un movimiento anarquista internacional que mantuvo firme en su crítica a la guerra.

El estallido de la Revolución rusa de 1917 le hizo concebir la esperanza de un pronto final del capitalismo internacional. Volvió a Rusia y desde allí escribió en favor de la revolución y criticó medidas del gobierno bolchevique, que siempre respeto mucho la figura de Kropotkin como histórico del movimiento obrero internacional. Murió en Dmitrov el 8 de febrero de 1921.



El Apoyo Mutuo

Para Kropotkin encontrar un fundamento natural que diese una justificación al anarquismo fue una tarea fundamental. Como científico, Kropotkin fue un observador de la naturaleza y de su entorno, lo que llevó a experimentar para poder sacar conclusiones. En la revista Nineteenth Century, Kropotkin escribió para debatir con los darwinistas, que hablaban de la lucha constante de los animales. Por el contrario, Kropotkin estimaba que esos animales, a pesar de la lucha, también ejercía el apoyo mutuo como factor de sociabilidad lo que permitía, en realidad, a las distintas especies sostenerse y evolucionar.

En contexto donde las teorías de Herbert Spencer tenían mucho eco en la sociología y la biología, se llamó a Kropotkin para que realizará aportaciones en la línea de la respuesta a los darwinistas, pero llevado a los seres humanos y no a los animales. De la serie de artículos que escribió Kropotkin salió una de las obras referencias para el movimiento anarquista internacional: El Apoyo Mutuo. Un factor de la evolución.

En esta obra, Piotr Kropotkin coge dos ejes básicos para justificar su teoría: la biología y la historia. Kropotkin, reconociendo la lucha entre especies, habla de como en algunas de esas especies se desarrolla un concepto de apoyo mutuo que permite la supervivencia de esta y su evolución. No solo lo lleva a insectos como las hormigas o las abejas (factor que también hará Maurice Maeterlinck), sino a otras especies animales como aves, monos, etc.

Poteriormente, estos ejemplos los lleva Kropotkin a los seres humanos, donde pone ejemplos prácticos de la ayuda mutua en las sociedades primitivas, en la sociedad medieval, en la sociedad moderna, etc. Instituciones, territorios, ayuda entre iguales, etc. Cuando esa armonía se rompe y surge la lucha sin cuartel es cuando la sociedad no evoluciona, sino que muta a los intereses de aquellos que quieren dominar.

Pero, aunque Kropotkin habla de la historia y de esos momentos de apoyo mutuo en la humanidad, el anarquista ruso no habla de una vuelta a esos conceptos medievales, cosa imposible en todos los sentidos, sino que el concepto se adapte en el momento que le tocó vivir y consolidar una alternativa social que tenga como eje estructural esa ayuda mutua. Si ha sido un factor de evolución positivo y la sociedad libertaria es la alternativa al modelo social capitalista, ese apoyo mutuo tiene que presidir las relaciones entre los humanos. Además, en los momentos difíciles esa solidaridad y apoyo mutuo es un factor fundamental y único a la hora de poder superar las adversidades sociales.

Con ello, Kropotkin da una pátina de cientificismo a la teoría anarquista y a su concepto de organización social. Para el anarquismo se convirtió en un elemento central de su doctrina intentado mostrar que era una cuestión trasversal a toda sociedad.

Corren tiempos en la actualidad donde es interesante y necesario revisar a Piotr Kropotkin.



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