EDITORIAL: Peak Oil, la gran mentira
Cuando los medios de comunicación y partidos políticos repiten como loros un mensaje, es indudable que detrás está el Gran Capital. Hoy día, la nueva verdad es el ecologismo apocalíptico, convertido en ideología dominante, justificación perfecta del empobrecimiento generalizado de la mayoría mientras unos pocos concentran inmensas riquezas (es lo que desde la izquierda se favorece con ideas como el “decrecimiento” o el “salario mínimo universal”). Los objetivos a alcanzar con ello son tres:
1) imponer un soporte ideológico para la desigualdad;
2) sustituir el modelo industrial del capitalismo, que garantizaba una sere de servicios (sanidad, trabajo fijo, educación, etc) por un modelo basado en la precariedad generalizada; y
3) desviar el dinero invertido en el mal llamado “Estado del bienestar” en una lluvia de subvenciones que financie la reconversión de la industria occidental para poder hacer frente a China.
Uno de los pilares ideológicos del ecologismo apocalíptico, como perfecto heredero de la mentalidad milenarista judeocristiana, es el “Peak Oil”, ideología derivada de las ideas reaccionarias de Malthus pintadas de verde, que nos quiere convencer que hemos malgastado los recursos del planeta y tenemos que pagar por nuestros pecados empobreciéndonos voluntariamente. En el caso del Peak Oil, las cifras usadas para demostrar que se acaban los hidrocarburos son extraídas de datos de empresas que están controladas por fondos de inversiones, como BlackRock, que amenazan con penalizaciones a empresas que no asuman la ideología del Cambio climático, están dejando de recibir créditos para financiar la exploración de nuevos yacimientos, o abandonan voluntariamente sus principales proyectos de exploración. A la creciente penalización a la búsqueda de nuevos yacimientos hay que añadir el componente geopolítico de la energía: países sometidos a embargo difícilmente podrán buscar o producir mas petróleo sin acceder a los mercados o poder comprar maquinaria. Más graves son los casos de grandes yacimientos (Darfur, Timor Gap, Somalia, Sáhara Occidental, etc) que por motivos políticos son inaccesibles. Un ejemplo perfecto son las inmensas reservas de gas de Rusia, que EEUU impide se exploten desde hace medio siglo. Sin el componente estratégico de la energía, el Peak Oil nunca habría parecido real.
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