EDITORIAL: La estrategia de la Tensión 2.0
La decisión de EEUU de abandonar el sistema monetario internacional pactado en Brenton Woods en 1944, basado en la convertibilidad del dólar en oro y una tasa fija de cambio con las principales divisas del mundo, sembró el caos en el sistema financiero global. Desde la izquierda marxista siempre se ha dicho que eso marcó el inicio de la decadencia de EEUU, pero la realidad es justo la contraria. Como muestra un gráfico (p.23) del libro de Catherine R. Schenk “The Decline of Sterling: Managing the Retreat of an International Currency, 1945-1992” (ENLACE), lo cierto es que desde el final de la Segunda guerra Mundial hasta finales de la decada de los 60 más del 30% de las reservas de divisas globales estaban formadas por la libra esterlina, divisa del Imperio británico, la potencia hegemónica precedente, lo que impedía que Washington controlase los mercados financieros globales.
Nixon, mediante un acuerdo secreto con Arabia Saudí, sentó las bases de la hegemonía del Dólar, como explica David E. Spiro en su libro “The Hidden Hand of American Hegemony”. Para imponer al resto de sus “aliados” la nueva arquitectura financiera internacional, basada en la deslocalización, la financiarización y la desindustrialización de occidente, EEUU sembró el caos mediante la “estrategia de la tensión”, usando grupos terroristas de izquierdas y derechas como marionetas para eliminar jefes de estado y líderes politicos/económicos “molestos”, y al mismo tiempo llevar a la izquierda radical a un callejón sin salida, aislándola del resto de la sociedad, que debido al pánico a los atentados constantes se desmovilizó y votó a favor de soluciones políticas autoritarias.
Poco a poco está poniéndose de manifesto que las “medidas contra el Coronavirus” están cumpliendo un papel similar al de la “estrategia de la tensión”. Para empezar, permiten reestructurar la economía global hacia la era post-globalización y aislar a China; facilita destruir/privatizar los restos del “estado del bienestar”, especialmente la sanidad pública. Y ha desactivado por completo a la izquierda, radical incluida, que aplaude con las orejas medidas que han enriquecido a los ricos mientras impiden movilizarse para protestar. ¿Hasta cuándo?
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