EDITORIAL: La izquierda derechizada
Un mito persistente afirma que la existencia del “Estado del bienestar” se debe a la competencia con el comunismo durante la Guerra Fría: acabada esta, el Capital abandonó todo intento de humanizar su imagen. Como todos los mitos, este es también mentira: el “Estado del bienestar” es puesto en marcha por el gobierno inglés para hacer frente a su pérdida de estátus de potencia hegemónica, y ahorar costes. En EEUU, será el consumismo y no el “Estado del bienestar” lo que surgiró de competir con la URSS, al dar lugar a la construcción del sistema de autopistas, para facilitar la movilidad en caso de guerra atómica.
Tan falso como el mito del origen del “Estado del bienestar”, es el mito que dice que su final se debe a la ausencia de una competencia con el coomunismo. Dejando de lado que China es un ejemplo de modelo de desarrollo centrado en el bienestar colectivo, más válido -por exitoso- que la URSS, lo cierto es que el “Estado del bienestar” empezó a derrumbarse en los 70, mucho antes del fin de la URSS, con la puesta en marcha del neoliberalismo. De hecho, fue el abandono del “Estado del bienestar” por el Capital occidental lo que aceleró la caida de la URSS, al ser incapaz de competir con el turbocapitalismo financiero y la digitalización impulsada por el Complejo Militar-Industrial de EEUU.
Lo que debe su existencia a la lucha contra el comunismo es el progresismo anticomunista, que sirvió de punta de lanza de lanza del Capital para penetrar en la izquierda y acabar con la hegemonía comunista en la llamada “Guerra Fría cultural”. El uso de todo tipo de ideologías, muchas de ellas contradictorias entre si, sirvió para acabar con la hegemonía marxista en el mundo cultural e intelectual, acorralando a los antaño todopoderosos partidos comunistas. Tras la caida de la URSS, el progresismo anticomunista se hizo hegemónico y transformó en la llamada “izquierda posmoderna”, que no es otra cosa que la ideología imperial, cuyas ideas son generadas en EEUU y difundidas después al resto del mundo. El “intervencionismo humanitario”, la “discriminación positiva”, el puritanismo, victimismo, balcanización identitaria o “cancel culture” (=censura de la disidencia) son algunos de sus tentáculos: es el enemigo a combatir.