EDITORIAL
Pensamos, como anarquistas, que la mejor arma contra aquello que nos oprime diariamente es el conocimiento. Todo hombre inculto está destinado a ser víctima de la demagogia y la manipulación de los profesionales de la mentira.
El estado, a través de sus “medios de información”, se propone formarnos en el sistema de valores morales, sociales y políticos que nos hagan aceptar como normal y razonable el sistema político y económico vigente; defiende que los problemas planteados por el mismo son males menores e inevitables y que la solución a los mismos está en manos de la élite empresarial, política o sindical y nunca en el pueblo, cuya intervención es siempre molesta, torpe e impertinente.
A través de la familia, que reproduce la cultura de la jerarquización y la sumisión al jefe, coacciona el libre desarrollo de las personas que, abordadas por un sentimiento de dependencia, necesitan de un jefe que les gobierne, creando, en definitiva, seres incapaces de administrar sus vidas.
El estado, a través de las escuelas, institutos, facultades, etc., fomenta el desinterés. La ignorancia, la repulsa y la renuncia a saber, convirtiéndonos así en máquinas y evitando que tengamos un pensamiento propio y crítico.
En estas pocas páginas vamos a introducir tanto arte y filosofía como una serie de artículos que esperamos sean de interés, abran un debate entre los lectores, y sean capaces de fomentar una conciencia de clase y combativa; en definitiva nos proponemos despertar aquellas inquietudes que el poder se ha propuesto castrar, abrir los ojos que tanto tiempo han permanecido cerrados, hacer ver al pueblo que su misión no es la de confiar su destino a un puñado de políticos sino la de gobernarse por si mismo.
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