Contraportada y portada del AyR 54. |
En el verano de 1999, justo poco después de la Guerra de Kosovo, sacamos un número especial sobre el conflicto y los intereses occidentales que había detrás de tal. Ese año, y los anteriores, era normal por parte de nuestros medios culpabilizar de todo a los serbios. Los serbios eran los malos y, en este caso, los albaneses eran las víctimas, que estaban sufriendo, ni más ni menos que un genocidio. Genocidio inventado por nuestros medios para justificar los bombardeos de Serbia, en nombre de una hipócrita «ayuda humanitaria». Habia 'plumiferos' de todos los espectros políticos de este país que defendían esta intervención militar, desde el derechista Hermann Tertsch hasta el pseudolibertario Carlos Taibo... Aquí os reproducimos el Editorial de este número.
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LOS LOGROS DE LA PROPAGANDA
Los medios de comunicación de las «democracias» occidentales han conseguido lo que nunca logró el aparato propagandístico del III Reich, a saber, el dominio imperialista de los Balcanes sin apenas generar una reacción hostil en la opinión pública. Y es que el capitalismo liberal sabe que bombardear a las masas con mentiras suele ser más efectivo y rentable que hacerlo con napalm o «tomahawks», aunque si lo primero fracasa siempre queda el recurso al uso de lo segundo. Así las acusaciones de «limpieza étnica» contra los «serbios» (o más bien «yugoslavos») son ampliamente aceptadas por la población telespectadora occidental, e incluso por gran parte de la izquierda anti-OTAN que se ha mostrado incapaz de desarticular el falaz argumento sobre el que se ha venido basando la criminal intervención de las potencias occidentales en los Balcanes.
Para empezar, la versión occidental de los acontecimientos recientes ocurridos en Yugoslavia («el gobierno yugoslavo está exterminando musulmanes al más puro estilo nazi, hay que parar el genocidio», etc.) debería de haber sido sometida a un riguroso análisis crítico para comprobar su veracidad, en vez de darla por válida a priori; no es la primera vez que occidente falsifica la realidad para justificar la agresión imperialista. En este sentido, la comparación entre Milosevic y Hitler o entre los nazis alemanes y el pueblo serbio no es más que el maquiavélico fruto de una campaña de intoxicación informativa encomendada por el gobierno de los Estados Unidos a la empresa de relaciones Ruder & Finn. De hecho el representante de esta firma norteamericana, James Harff dio todo tipo de detalles sobre dicho montaje mediático delante de las cámaras de Canal 2 de la televisión francesa, asegurando que «fuimos capaces de ofrecer una historia de buenos y malos». Asimismo, Harff admitió que la demonización de los serbios se consiguió a base de difundir rumores infundados y relatos de atrocidades y crímenes de guerra sin verificar. También desveló el responsable de la Ruder & Finn quienes eran los clientes de su empresa: los poderes separatistas de Croacia y Bosnia y los nacionalistas albaneses de la provincia serbia de Kosovo. Asimismo, Harff admitió que para asegurar el éxito de esta campaña contactó con organizaciones judías de EEUU de ultraderecha (la Liga Anti-Difamación, el Comité Judío Americano y el Congreso Judío Americano).
No obstante, esta vergonzosa campaña de difamaciones fue contestada por colectivos de judíos progresistas, como el Grupo de Supervivientes del Campo de Concentración de Buchenwald, con base en los propios EEUU, y cuyo representante John Ranz, declaró: «la gigantesca campaña para lavar el cerebro de los EEUU a cargo de los medios de comunicación en contra del pueblo serbio es algo absolutamente increíble, con su dosis diaria de información sesgada y sus malévolas mentiras.» Ranz lamentó que hubiera organizaciones judías que prestaran apoyo a los separatistas croatas y bosnio-musulmanes y recordó cómo éstos fueron colaboracionistas nazis y verdugos de los judíos yugoslavos durante los años de la II Guerra Mundial y señaló que «cada judío, cada víctima del nazismo y cada ser humano debería saber y comprender por qué los serbios están luchando tan desesperadamente contra tan poderosas fuerzas y por qué han adoptado nuestro eslogan post-Holocausto: 'NUNCA MÁS' [...] Los serbios combatieron a los nazis, pagaron muy caro el situarse al lado de los aliados contra Hitler. Salvaron a muchos soldados aliados, incluyendo cientos de aviadores norteamericanos. Acogieron a los partisanos judíos como hermanos».* Las declaraciones de este ex-prisionero son tan elocuentes que sobran los comentarios... ¿O es que alguien se atreve todavía a tildarle de «nazi» por negar la supuesta campaña de «limpieza étnica» serbia?
No se trata por tanto de pedir simplemente la «paz» en los Balcanes; todo el mundo quiere la paz; Occidente quiere la paz; la OTAN quiere la paz; el Papa quiere la paz, incluso Hitler quería la paz... pero ¿en qué condiciones? He aquí la pregunta clave. Obviamente, occidente quiere una paz que implique el sometimiento de los pueblos balcánicos como lo quiso Hitler en los años 40. Consecuentemente, la lucha contra la campaña criminal de la OTAN en el sufrido país balcánico debe partir de una base antiimperialista y no de un pacifismo vago e inocuo. ¡Basta ya de medias tintas y de actitudes políticamente correctas que son fácilmente asimilables por el sistema!
¡ANARQUÍA Y ANTIIMPERIALISMO!
* Todas las cifras han sido tomadas del artículo «Neoliberalism: The Balkan Scenario», difundido en Internet por el Centro de Solidaridad con Latinoamérica de Dublín (Irlanda).