EDITORIAL: Fabricando crisis
Una regla básica de la gestión de emergencias es asegurarse de que no cunda el pánico, ya que, de lo contrario, al trabajo de combatir la causa del problema se añadirá el tranquilizar a la población. Sin embargo, desde que empezó el siglo XXI, el capitalismo occidental decidió utilizar el miedo como su principal herramienta de gestión social, y la siembra del pánico se convirtió en el pan nuestro de cada día. Desde entonces, los medios de comunicación del capital, responsables de adoctrinar al pueblo, se han dedicado a usar emergencias, una detrás de otra, para justificar una gestión que ya no se basa en un supuesto progreso progresado, sino en una gestión permanente de crisis constantes.
Las redes yihadistas que EEUU durante la Guerra Fría con la excusa de hacer frente al comunismo se convirtieron en la excusa perfecta para poner en marcha la Guerra contra el Terrorismo, que sirvió para que se disparasen los beneficios del Complejo Militar-Industrial de EEUU, a costa de millones de civiles muertos. Una década después, EEUU se alió con la Hermandad Musulmana, la madre de todas las redes yihadistas, para intentar hacerse con el control del norte de África, destruir Libia y arrasar Siria por el camino, lo que dio lugar a una crisis de refugiados convenientemente utilizada para justificar una intervención militar contra Siria, que tan sólo la intervención rusa pudo impedir.
La brusca parada en Siria dio paso a una campaña de propaganda brutal a favor del ecologismo apocalíptico, usando a una niña para crear un clima emocional que impidiera el debate y permitiera poner en marcha medidas exigidas por los amos financieros del mundo, BlackRock y Vanguard. Como no acabó de cuajar, pasamos a una gestión irracional e hipocondríaca para impedir la expansión de un Coronavirus, algo que jamas se había logrado, usando restricciones medievales y medicamentos milagrosos diseñados en 1 (Pfizer) o 2 días (Moderna), según reconocieron sus propios fabricantes. Dos años mas tarde, el presidente de EEUU se ha contagiado de Covid, a pesar de ser el hombre más poderoso del mundo y formar parte del principal grupo de riesgo, confirmando que es imposible poner puertas al campo. Acabado el pánico al enemigo invisible (Trump dixit), ha sido sustituido por la guerra en Ucrania, que permite la puesta en marcha de una nueva división del mundo en bloques enfrentados.
Banqueros y ministros de todo occidente aseguran que la guerra económica contra Rusia tendrá consecuencias catastróficas en los próximos meses. Esta siembra de pánico por quienes deberían de hacer lo contrario, y lo escalonado de las sucesivas crisis, pone en evidencia que este circo es una gigantesca maniobra de distracción para crear una crisis ficticia para justificar reestructurar el sistema.
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