domingo, 18 de septiembre de 2022

Boletín Amor y Rabia Nr. 5, "Sembrando el pánico. La doctrina del shock del capitalismo verde" (27.09.2019)

EDITORIAL: Declaración de guerra

¿Qué es la izquierda? Esta pregunta es hoy más difícil de responder que nunca. Tradicionalmente, la izquierda se definía por centrar su análisis en la lucha de clases, y buscar una distribución justa de la riqueza; para lograrlo existían dos estrategias diferentes: unos defendían el uso del sistema político burgués para introducir reformas, por que fueron llamados reformistas; y otros, los revolucionarios, consideraban que la vía reformista implica ser asimilado por el sistema, y defendían la vía de la ruptura violenta del orden burgués. En ambos casos, el objetivo estaba claro: luchar contra el capitalismo por lograr unos derechos que permitan asegurar una vida digna.

En las últimas décadas, el fracaso de la vía bolchevique a la sociedad comunista y las repercusiones políticas del neoliberalismo han provocado profundos cambios en la izquierda. El fin de las antaño poderosas organizaciones de clase (sindicatos y partidos) dio lugar a la ocupación de su espacio por movimientos no anticapitalistas per se, y cuyo análisis de la realidad (las políticas de identidad) se basa en deseos y no en derechos ni un análisis de clase. Esta "izquierda", en realidad derecha camuflada, de corte neoliberal, destructiva y disolvente será a partir de ahora objetivo de nuestra crítica.


CONTENIDO

La coartada climática. Cómo la idea del calentamiento global antropogénico sirve al capitalismo financiero global para imponer su dominio, por Erostrato

Anarquismo extraño (1) Venezuela: Estado 'socialista', golpismo y anarquismo, por Rabioso

Anexo 1 - El Libertario de Venezuela: “Anarquismo de derecha al servicio de la burguesía y el intervencionismo, por Tierra Revuelta

Anexo 2 - El verdadero papel de las ONGs, por Misión Verdad

Anexo 3 - La NED ha repartido más de 15 millones de dólares entre ONGs venezolanas, por Con el mazo dando

Anexo 4 - ¿Qué es Provea y quién los financia?, por Misión Verdad

Anexo 5 - El Libertario: Cuidado con los falsos "anarquistas" venezolanos, por George Ciccariello-Maher

Anexo 6 - Carta abierta sobre la situación en Venezuela a los camaradas de la FEL y El Libertario, por Nosotros los pobres

Anexo 7 - Comunicado del Colectivo Amor y Rabia ante la situación actual en Venezuela

Hong Kong: La decadencia al servicio del imperialismo, por Rabioso

Izquierda y pseudoizquierda, por Rabioso

Soy mujer, por mis cojones, por Ilya Topper

El fin de las mujeres, por Ilya Topper

El fin del liberalismo identitario, por Mark Lilla

INFOGRAFICOS

▪ La sustitución del petróleo de México por el venezolano (1913-1941)

▪ El movimiento anarquista en Venezuela (2012-14)

▪ El reparto de 15 millones entre ONGs de Venezuela por la NED

▪ Filántropos de la intervención extranjera que financian Provea

▪ Organigrama de Provea

▪ Las apariencias engañan. “Rebeldes" anticomunistas financiados por oligarcas locales y EEUU

▪ Izquierda y derecha: ayer

▪ Izquierda y derecha: hoy


viernes, 16 de septiembre de 2022

Desde el Confinamiento, N°. 64: Exterminio y desarrollo

EDITORIAL: El origen nazi del bienestar


Ya se explicó el pasado enero (Desde el Confinamiento N° 53, editorial “La iquierda derechizada”) que el llamado “Estado del bienestar” no se puso en marcha en Occidente tras la Segunda Guerra Mundial para hacer frente a la competencia de la URSS y la guerra ideológica con el comunismo en la Guerra Fría. En realidad, el Estado del Bienestar se puso en marcha en occidente por motivos de política económica; el Estado británico, por ejemplo, puso en marcha un amplio Estado del bienestar como medida de ahorro, ya que las finanzas públicas estaban en quiebra técnica debido a las deudas generadas por los gastos militares en la guerra y la pérdida posterior de la India, la “joya de la corona”.


La idea de que el Estado del bienestar fue una concesión del Capital occidental como “medida de contención“ del comunismo choca con la realidad: En los años 70, cuando EEUU empezó a adoptar el modelo neoliberal y eliminar su Estado del bienestar, la URSS y sus satélites estaban en ascenso: se habían dotado de un modelo propio de sociedad basada en el bienestar y el consumo, y el comunismo disfrutaba de buena imagen en el mundo debido a la revolución cubana, la victoria de Vietnam frente a EEUU y la tecnología de vanguardia soviética visible en la carrera espacial, motivo por el que muchos Estados surgidos tras el fin de los Imperios coloniales occidentales eligieron el modelo soviético de desarrollo.


En realidad, el Capital occidental jamás ha hecho concesiones voluntariamente, y tras los acuerdos de Yalta estaban claras las zonas de influencia de cada una de las potencias vencedoras del conflicto, como demostró Stalin al permitir al imperialismo británico aplastar al movimiento guerrillero comunista que controlaba de facto Grecia. La caza de brujas de la postguerra, en la que el Capital occidental recuperó el control férreo de la sociedad y purgó a los simpatizantes del comunismo, y la Guerra Fría Cultural, puesta en marcha por la CIA para cooptar al resto de la izquierda, eliminó cualquier peligro de revolución social. Occidente no solo careció de amenazas en su seno, sino que además disfrutó en la postguerra de una economía en crecimiento debido a la necesaria reconstrucción, y sin desempleo debido a las enormes pérdidas sufridas por la clase trabajadora en el conflicto. ¿Por qué se puso en marcha, entonces, el Estado del Bienestar?


Los planes para la postguerra de las élites nazis y anglosajonas pone de manifiesto su origen. Para superar el colapso del sistema económico global de la potencia hegemónica británica en los años 30, los nazis diseñaron un modelo de “bienestar” (consumo) basado en la transferencia de riqueza de territorios “inferiores” a otros “privilegiados”. Tras 1945 Occidente adoptó el modelo creando Estados del bienestar (sociedad del consumo) financiados con el expolio de las riquezas del “Tercer Mundo”.


lunes, 12 de septiembre de 2022

Prisma N° 6 (2019): Capitalismo y conspiraciones

EDITORIAL (14 de diciembre de 2019)


Lo que estamos viendo en Cataluña, y lo que nos falta de ver, es un punto de inflexión que marcará el futuro de las organizaciones de izquierdas en España: o se ponen al servicio del poder de un neocaciquismo cada vez más escorado hacia la extrema derecha, o se abre una reflexión sobre lo que nos ha llevado hasta la situación actual, en la que la alta burguesía del Liceo y la patronal cantan canciones independentistas en apoyo de los manifestantes, mientras el jefe del Govern responsable de la represión de los manifestantes independentistas apoya abiertamente las protestas.


Esta burla sangrienta es una muestra perfecta de las consecuencias que tiene para la izquierda haber aceptado el nacionalismo, camuflado de “derecho” de autodeterminación, como parte de su ideario. Para lograrlo se equiparó el derecho de las colonias de librarse de las cadenas del imperialismo con el deseo de las élites de las regiones más ricas de no compartir su riqueza con las regiones más pobres, la antítesis de las ideas de igualdad que ha defendido siempre la izquierda. Aceptar semejante mentira ha sido el punto de partida de la hegemonía ideológica de la burguesía catalana, y ha dado lugar a la difusión de un discurso del odio impregnado de racismo hacia el resto de habitantes de España, que va a costar generaciones erradicar. Otra de las consecuencias de aceptar el nacionalismo ha sido que ha permitido gobernar a las oligarquías regionalistas en las zonas más ricas de España, aunque su población sea mayoritariamente de izquierdas.


De esos polvos, estos lodos. Se acerca el momento en que habrá que tomar partido por una de las dos corrientes que luchan por la hegemonía de la izquierda: o la izquierda de la igualdad, heredera de la Primera Internacional, o la de la diferencia, que provoca la balcanización de la izquierda en grupos enfrentados y tan solo favorece el “divide y vencerás” del poder. El tiempo apremia.


martes, 6 de septiembre de 2022

Desde el Confinamiento, N°. 63: Sin salida

EDITORIAL: Las mentiras del sistema


El poder se basa, fundamentalmente, en ilusiones. Al carecer de vida no puede crear, y sobrevive vampirizando la existencia de sus súbditos, convirtiéndola en un infierno. Pero, para que el proceso funcione, es necesario crear una ilusión que hipnotice a sus víctimas. Las formas que dicha ilusión puede adoptar son infinitas, pero cada una de ellas es finita y todas ellas acaban como Ozymandias en el soneto de Percy Bysshe Shelley:


«dos enormes piernas pétreas, sin su tronco se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena, semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,

cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos, a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.

Y en el pedestal se leen estas palabras:

“Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes: ¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!”

Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas»


Este ha sido el destino de esa ilusión llamada civilización, surgida no sabemos muy bién por qué -los habitantes de las primeras ciudades vivían menos que los nómadas, y éstos usaban cuando les convenía la agricultura, evitando convertirse en sedentarios. Lo cierto es que ninguna de estas estructuras, pasadas, presentes o futuras, es capaz de resistir la prueba del tiempo, y todos los monstruos que han logrado subirse a un pedestal bañándose en sangre están condenados al olvido de Ozymandias.


Pero, hasta que ese momento llega, es necesario que las estructuras del poder -del Estado, por ejemplo- sean capaces de aguantar lo más posible. Por desgracia, basta echar un vistazo detrás de su fachada para darse cuenta de que dichas estructuras son increíblemente frágiles. Para lograr mantener la apariencia de que existen y tienen una función son necesarios infinidad de mecanismos, más complejos que los de un reloj suizo. A pesar de su fragilidad estructural -basta un grano de arena para paralizar su maquinaria- no se desploman gracias a sus víctimas, que se preocupan de mantener en pie el sistema cuando todo falla.


Consciente de ello, el poder no se limita simplemente a combatir a sus posibles enemigos, sino que además cultiva de manera consciente y sistemática la disidencia controlada, lobos con piel de cordero que garantizan que, como en el Gatopardo, “todo cambie para que todo siga igual”. Muchas veces ni siquiera son conscientes de su función, algo ejemplificado por la saga The Matrix, en la que se nos presenta como héroe precisamente a aquel que ha de salvar al sistema, para lo cual se le convence que está salvando Zion, que en realidad es un espejismo convenientemente creado para dar la sensación de libertad, una versión alternativa de la Matrix creada como depósito en el que meter a quienes son refractarios a la Matrix general. En realidad, el peligro para el sistema es el agente Smith, que surge de sus propias entrañas y, fuera de control, amenaza con destruirla.


En la Matrix en la que nos ha tocado vivir, el sistema se ha ido transformado en sistemas de gestión de la muerte con una fachada industrial, post-industrial, y actualmente de gestión de “emergencias”, convenientemente puestas en escena, una tras otra, de manera ordenada. La oposición fue destruida hace mucho, y solo quedan de ella recuerdos borrosos, usados por el sistema para generar nuevas ilusiones.


Este numero incluye 

• No Exit / Sin salida (cómic), por Paul Mavrides y Jay Kinney