lunes, 31 de julio de 2017

A PROPÓSITO DE LOS ÚLTIMOS ATENTADOS YIHADISTAS


Nº 348/julio 2017

Los últimos atentados cometidos en Inglaterra nos animan a reflexionar sobre la lucha contra el terrorismo, la guerra santa, la venganza política o vete a saber qué otros nombres le dan, tanto unos como otros, a este despropósito. Esta competición que consiste en ver quién mata más inocentes, ya sea en atentados en la calle como en bombardeos indiscriminados sobre la población civil, que nada tiene que ver con esta guerra no declarada en la que unos en nombre de Dios y otros en nombre de los intereses capitalistas pretenden dictarnos lo que tenemos que pensar, hacer, decir, trabajar, vestir, comer, beber... a base de ajusticiar injustamente inocentes que nada tienen que ver con su conflicto particular, pero que son los que están muriendo o perdiendo a sus seres queridos, su libertad, su dignidad. Esta es una guerra que ya está durando demasiado y que está causando unos daños irreparables a nuestra libertad, nuestra autonomía personal y colectiva, nuestra personalidad y nuestro libre albedrío, reduciéndolos a cenizas.

Como anarquistas condenamos este tipo de actitudes y a los que caen en ellas, sean del color, la religión y la condición social que sean. Pero no podemos por más que plantearnos una serie de cuestiones que podrían arrojar luz sobre el yihadismo, su auge y extensión a los países occidentales. A los países que condenan con tanta vehemencia los atentados yihadistas habría que preguntarles por qué no condenaron con la misma vehemencia los bombardeos indiscriminados contra la población civil en Iraq, Afganistán, Libia o Siria que causaron tantas víctimas inocentes. ¿Acaso eso no es terrorismo? Esos bombardeos indiscriminados se convirtieron en verdaderas fábricas de yihadistas. ¿Quién entrenó, financió y armó a todos estos grupos en los últimos años de la Guerra Fría para luchar contra el bloque antagonista? ¿Por qué unas víctimas son llamadas víctimas y otras víctimas daños colaterales? ¿Quién es el doctor Frankenstein que ha creado estos monstruos que después se han escapado de su control?

¡Ya está bien! A ver cuándo nos enteramos de que por encima de cualquier consideración política, económica, religiosa o social están el ser humano y el resto de los seres vivos.

Federacion Regional de Grupos Anarquistas
de Euskal Herria


domingo, 9 de julio de 2017

COMUNICADO ANTE EL FALLECIMIENTO DEL BAILARÍN Y COREÓGRAFO PEDRO-AUNIÓN DURANTE LA CELEBRACIÓN DEL FESTIVAL MAD COOL

CNT-Madrid
08 Julio 2017

Desde la Sección Sindical de Artes Escénicas y Cinematográficas y el Sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos de la CNT, expresamos nuestra más profunda indignación ante la noticia del fallecimiento en la noche de ayer viernes 7 de Julio de 2017, del bailarín y coreógrafo Pedro Aunión, mientras ejecutaba su espectáculo y el comportamiento inhumano de la organización del festival.

Hay dos aspectos realmente preocupantes en este caso. Por un lado, la falta de seguridad en un tipo de actividades en que el riesgo de caídas graves es muy elevado. No se puede ni debe consentir la falta de seguridad de los y las trabajadoras que realizan su gran labor artística. ¿Qué ha fallado en este caso? ¿Qué medidas de seguridad se habían adoptado? Debe ser una prioridad garantizar que ningún trabajador/-a pueda fallecer por realizar su trabajo. Se nos vienen a la mente las redes que los trapecistas circenses instalaron para su seguridad. ¿Por qué en este tipo de espectáculos no hay medidas similares que puedan evitar un desenlace tan fatal como el ocurrido anoche? De enero a abril de 2017 se han registrado 158.736 accidentes de trabajo, de los cuales 169 han resultado mortales, 496 muertes en 2016, según fuentes del Ministerio de Empleo. Anoche se vivió en directo un ejemplo más de como la falta de previsión puede acarrear graves consecuencias a quien trata con su arte de entretener y deleitar a un público cada vez más exigente.

Por otro lado, nuestra mayor repulsa ante la decisión de la organización del festival de seguir como si nada. No solo estamos ante una falta del más mínimo respeto, sino también ante una total deshumanización que no puede, ni debe, arraigar en los festivales. Se supone que son eventos para la unión de sensibilidades y compartir experiencias culturales que unan y aporten crecimiento en lo personal, además de una vía de escape del estrés de una sociedad que nos exprime constantemente. Nos parece inconcebible que, ante la gravedad de lo acontecido, proyectado en pantalla gigante al público del festival, no se haya suspendido inmediatamente. Mirar para otro lado y esconder lo ocurrido bajo la alfombra, representa lo más cruel, incivilizado y alienante que esta sociedad puede albergar.

No podemos terminar este escrito sin mostrar nuestro cariño y apoyo a la familia y amigos de Pedro.

¡Qué la tierra te sea leve, compañero!