lunes, 20 de diciembre de 2021

Revista Amor y Rabia Nº.79: Sanabria libertaria. Anarquismo y cultura popular en una comarca de Zamora

EDITORIAL


La historia es, en su inmensa mayoría, la historia de los vencedores, y así ha sido utilizada desde el poder. Las voces de quienes, en el pasado, ofrecieron resistencia a los poderosos y lucharon por una sociedad de iguales, son ignoradas de manera sistemática. Esta ignorancia acaba impregnando a la sociedad e, involuntariamente, a quienes en la actualidad luchan contra el poder. Un ejemplo perfecto de ello es la historia del movimiento anarquista, que, a fuerza de ser simplificada, ha acabado enterrando en el olvido a quienes estaban en la periferia.


Afortunadamente, hay historiadores que luchan por romper por este olvido y recordarnos las voces de quienes, en el pasado, lucharon por una sociedad futura más justa, suya y nuestra. Uno de ellos es Carlos Coca Durán, autor de los textos que componen este número, que lleva años luchando por desenterrar la historia olvidada del movimiento anarquista en Zamora. No es una historia menor: en el breve repaso que ofrecemos vemos cómo la siembra de las ideas libertarias dio lugar a protestas en defensa de la clase obrera que llevaron a sindicatos de la UGT a ingresar en la CNT y que fueron reprimidas hasta mediante bombardeos, pero también la lucha contra el analfabetismo mediante una enseñanza racionalista,  o el martirio de quienes, aislados más allá de cualquier esperanza tras la derrota de la revolución, decidieron luchar hasta el fin contra el fascismo.


Dado que parte de quienes formamos parte de Amor y Rabia militamos antaño en el movimiento pro Insumisión y mantuvimos estrechas relaciones con el movimiento libertario e insumiso de Zamora, es para nosotros un honor y un orgullo colaborar en el rescate de esta historia, que es suya y es nuestra. Por la anarquía.


domingo, 12 de diciembre de 2021

Desde el Confinamiento, N°. 51: La ciencia como nueva religión al servicio del poder

EDITORIAL


En estos tiempos de pandemia, los gobernantes nos han impuesto una serie de medidas de corte autoritario en nombre de nuestra salud, para ello se han valido de una justificación irrebatible avalada por el mundo de la Ciencia. Los científicos, dicen, han asesorado a las autoridades para la gestión de esta crisis sanitaria, como si hubiese habido unanimidad. Unanimidad científica falsa, irreal y, más bien, política.


La Ciencia es el eterno debate, aporta datos a través de la experimentación para que puedan ser verificados o rechazados y así crear modelos teóricos para comprender la realidad natural. Lo que hoy se acepta, mañana puede que no. El método científico tiene sus limitaciones, es lo más fiable que tenemos para adquirir conocimiento, pero no es del todo certero; de ahí que todo estudioso e investigador tiene que ser, también, algo humilde. Pero, pasa lo contrario, nos la venden como fuente de ‘verdades absolutas’, cuando como mucho son provisionales, y también como base de una autoridad epistémica que está por encima de la gente, como la que tuviesen en el pasado teólogos y eclesiásticos, convirtiéndose a los científicos en los popes de una nueva religión.


La comunidad científica, que es variada, se nos presenta como un imaginario consejo de sabios que todo lo saben. La verdadera naturaleza de lo que debe ser Ciencia ha sido adulterada por el Poder en su provecho. Los científicos se deben, como la mayoría, a quiénes les pagan. La investigación necesita de dinero, dinero que aportan los gobiernos, universidades, laboratorios y otras entidades privadas. La independencia del científico no existe, Así como la Ciencia es un producto social, los científicos son seres sociales cuya supuesta objetividad es limitada —ya que tienen también sus creencias e ideologías personales, no son asépticos— pero sus observaciones son consideradas acertadas al cien por cien, y no lo es. También se equivocan, el hecho de tener un reconocimiento y una experiencia no da pie a que todo lo que aporten sea cierto. La Ciencia hoy está hiperespecializada, los expertos solo saben mucho de poco, por lo cual no todas sus opiniones son válidas, aunque se disfracen bajo una aureola de autoridad.


La Ciencia nos supone más dudas y preguntas que certidumbre y seguridad, está constantemente variando. La Relatividad y la Mecánica Cuántica modificaron la visión del universo mecánico de Newton y Descartes, la nueva biología pone en duda la tesis neodarwinista dominante, creer que en Ciencia todo está dicho es erróneo. Y lo peor es creer que otros saberes, como la Filosofía, poco tienen que aportar al conocimiento humano, eso es pecar de «cientificismo», que no es Ciencia. Y que conste que esto no es un ataque a la Ciencia, sino del uso que se está haciendo de ella.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

Desde el Confinamiento, N°. 49: REPO. ¿Es el Coronavirus una maniobra de distracción?

EDITORIAL: El mundo al revés


Hace siglos, una secta cristiana del Cáucaso llegó a una conclusión curiosa al analizar la realidad; según su doctrina, los seres humanos no son fichas en un tablero geopolítico divino en el que Dios y el Diablo luchan por nuestras almas en función de lo que hacemos gracias al libre albedrío, sino que en realidad el mundo en el que vivimos es el infierno, y los adoradores de Dios en realidad son adoradores del Diablo (una visión de las cosas, que todo hay que decirlo, tiene más sentido que la visión típica de las sectas cristianas).


El lugar de sonreír con ironía al pensar en estos desvaríos teológicos, nos deberíamos plantear si no estamos sufriendo nosotros la misma situación. Basta una mínima muestra de honestidad intelectual para darnos cuenta de que hace mucho que iniciamos el viaje a través del agujero del conejo de Alicia, pero no está claro cuándo se puso en marcha dicho proceso. ¿Fue, acaso, durante la década de los 70, cuándo se asumió como propio el concepto reaccionario del “derecho de autodeterminación”, base de los supremacismos nacionalistas y creador de guetos para minorías? ¿Fue en los 80, cuando se asumió la ideología de la “discriminación positiva”, un engendro lingüístico destinado a justificar dar privilegios a unos grupos sociales frente a otros? ¿Fue en los 90, cuándo se empezaron a defender las agresiones imperialistas en el Tercer Mundo calificándolas de “intervenciones humanitarias”, y las víctimas como “daños colaterales”? ¿Fue a comienzos del siglo XXI, cuando el movimiento anarquista empezó a colaborar entusiasta con el golpismo de EEUU, desde Venezuela a Ucrania a Siria, llegando a la situación actual en que se nos dice que “Rojava”, un decorado de cartón piedra que sirve para justificar la ocupación de territorios de Siria por el Pentágono, es una zona donde tiene lugar una “revolución similar a la española de 1936”? ¿O es en la actualidad, cuando se propagan pseudoideologías reaccionarias, como la defensa de la pobreza voluntario, que se llama “decrecimiento”, o nuevas formas de teologías apocalípticas judeocristianas, bajo el barniz pseudo científico del “cambio climático”?


Visto así, ¿sigue siendo de izquierdas lo que llamamos izquierda, o se han invertido los polos sin que nos hayamos dado cuenta? Sigue siendo la “izquierda” un instrumento de liberación, o ha pasado a convertirse en un instrumento del poder? Y, en caso de que así fuera, ¿cómo podemos luchar contra ello?