miércoles, 6 de junio de 2018

REEDICION: REVISTA AMOR Y RABIA, 17

En el contexto de las conmemoraciones del 150 aniversario de la publicación de "El Capital", texto que fue fundamental en el análisis del capitalismo, reeditamos el número 17 de la Revista Amor y Rabia, consistente en una adaptación de Carlos Giménez al cómic de "El mercado" (El cuento del agua o La parábola del depósito de agua), un texto breve de Edward Bellamy del año 1897.



El autor, Edward Bellamy (26.3.1850-22.05.1898), fue un autor estadounidense y socialista, que se hizo famoso gracias a su novela utópica, "El año 2000" (1888), que influyó en gran número de intelectuales. esa novela es uno de los pocos libros que han dado lugar a un movimiento de masas de carácter político nada más ser publicado. En EEUU se crearon "Bellamy Clubs" por todo el país, dedicados a discutir y propagar las ideas del libro. La novela también dio lugar a la creación de varias comunas de carácter socialista. En 1897 publicó el libro "Igualdad" (Equality), que incluye el capítulo titulado El cuento del agua o La Parábola del depósito de agua.

Bellamy falleció a la edad de 48 años, víctima de la tuberculosis, en 1898. Cuando murió, nada menos que Kropotkin le dedicó un amplio obituario. Según la Enciclopedia Britanica, fue la crítica de Kropotkin y otros anarquistas a los elementos autoritarios de su novela Igualdad (1897), que calificaron de innecesarios, lo que llevó a Bellamy a eliminarlos casi por completo de su siguiente novela, "Looking Backward, 2000–1887" (1888), calificada por Erich Fromm como "uno de los más notables libros jamás publicados en EEUU":


Edward Bellamy –obituario-
Piotr Kropotkin
(Freedom, julio de 1898, publicado originalmente en Les Temps Nouveaux -FUENTE)

Con gran pesar muchos se enterarán de la muerte de Edward Bellamy, autor de “Looking Backward” (mirando hacia atrás) y “Equality” (Igualdad). Murió bastante joven, agotado por el exceso de trabajo. Cuando el otoño pasado estuve en Nueva York, me dijeron que estaba agotado tras tres años de duro trabajo en su último trabajo, Igualdad, y que se había ido al Oeste con la esperanza de recuperar su salud.

Hemos hablado largamente de su primer trabajo en “La Révolte”, y allí hemos analizado “Utopia” de Bellamy. Solo en Estados Unidos se han vendido casi 500,000 copias del libro, y ha causado una profunda impresión. Bellamy ha demostrado a cientos de miles de personas que alguna vez pensaron que el ideal socialista no podía cesar, Bellamy demostró a cientos de miles de personas que creían que el socialismo es imposible que estaban equivocadas , y que los obstáculos no son ni las dificultades técnicas ni las tendencias individualistas de los hombres, sino simplemente la inercia, la estupidez y la pereza y la esclavitud del pensamiento. Varios estadounidenses se han inspirado en algunas de las ideas de Bellamy y están pensando seriamente en establecer en el futuro una comuna en uno de los estados del este con principios más o menos comunistas, sin adherirse literalmente a dicha idea.

Ya existe una colonia perfectamente próspera basada en estos principios, y la publicación que editan es una de las mejores dedicadas a la propaganda general de las ideas comunistas y socialistas. No tienen nada de secta pretenciosa. El propio Bellamy no tenía esta pretensión, y sus seguidores no poseen la arrogancia de los llamados "científicos".

La característica principal de la utopía de Bellamy era que a cada habitante de la nación socialista se le debía recibir una suma determinada (alrededor de 800 libras). Puede gastarlo como quiera, tomando en las tiendas públicas lo que elija -alojamiento, comida, ropa, objetos de lujo- según su gusto. Si no gasta todas las 800 libras, lo que queda es deducido cada año de su crédito. No tiene manera de acumular su dinero.

Por otro lado, todos, desde la edad de veinte a los cuarenta o cincuenta años, trabajan en la medida en que elijan durante un cierto número de horas según quede acordado. Los comités deciden el valor de los productos y su precio de venta. Es un sistema de comunismo parcial. Desafortunadamente, Bellamy rindió un tributo (absolutamente inútil en su propio sistema) a la autoridad al soñar, como los Socialistas de 1848, en una organización autoritaria de producción.

Su última obra, “Igualdad”, es muy superior a su “Utopía”. Está escrita en forma de novela y conversación, y es una crítica decididamente admirable del sistema capitalista. En ese libro de Bellamy, que recomiendo leer a todo el mundo, no critica el capitalismo desde el punto de vista moral, sino desde el punto de vista económico. Demuestra que es el sistema de producción más absurdamente antieconómico. Bellamy no entra en metafísica como lo hace Marx; tampoco apela al sentimiento. Para mostrar los males del capitalismo, toma el punto de vista de Proudhon, el único que, en mi opinión, era realmente científico. Es decir, demuestra que un millón de trabajadores que han producido, digamos, todo lo que es necesario para nuestro consumo, desde materias primas hasta artículos manufacturados, y que solo tienen su salario, no pueden comprar esos mismos productos; porque en su precio de venta se incluye, además del salario pagado. el beneficio del amo y el capitalista en general. En consecuencia, cada nación produce más de lo que puede comprar con la suma total de sus salarios.

Basándose en esto deduce todos los vicios del sistema capitalista, y los analiza de manera tan admirable que no conozco ningún otro trabajo socialista sobre este tema que sea capaz de igualar “Igualdad” de Bellamy.

Al mismo tiempo el texto es muy atractivo, y mientras viajaba el pasado otoño por Canadá y EEUU, vi el libro en todos los vagones de tren. Los vendedores de textos y libros en los trenes nunca tuvieron suficientes ejemplares, así de grande era la demanda del libro. Ciertamente, no es tan interesante como “Looking Backward”, pero lo suficiente como para tener una edición francesa barata.

¡Qué lástima que Bellamy no haya vivido más tiempo! Habría producido otros libros excelentes. Estoy seguro de que si Bellamy hubiera conocido a un anarquista, que le hubiese podido explicar nuestro ideal, lo hubiera aceptado. El autoritarismo que introdujo en su utopía era inútil allí y contradictorio con el sistema mismo. Fue simplemente por motivos de supervivencia, una concesión, un tributo al pasado. Aquellos que han conocido a Bellamy hablan de él con gran simpatía. Era una persona muy retraída y tímida, que no buscó imponer su personalidad, y mucho menos convertirse en el director de una escuela de pensamiento. Fue el primero en asombrarse por el éxito de su primer libro.





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