domingo, 12 de diciembre de 2021

Desde el Confinamiento, N°. 51: La ciencia como nueva religión al servicio del poder

EDITORIAL


En estos tiempos de pandemia, los gobernantes nos han impuesto una serie de medidas de corte autoritario en nombre de nuestra salud, para ello se han valido de una justificación irrebatible avalada por el mundo de la Ciencia. Los científicos, dicen, han asesorado a las autoridades para la gestión de esta crisis sanitaria, como si hubiese habido unanimidad. Unanimidad científica falsa, irreal y, más bien, política.


La Ciencia es el eterno debate, aporta datos a través de la experimentación para que puedan ser verificados o rechazados y así crear modelos teóricos para comprender la realidad natural. Lo que hoy se acepta, mañana puede que no. El método científico tiene sus limitaciones, es lo más fiable que tenemos para adquirir conocimiento, pero no es del todo certero; de ahí que todo estudioso e investigador tiene que ser, también, algo humilde. Pero, pasa lo contrario, nos la venden como fuente de ‘verdades absolutas’, cuando como mucho son provisionales, y también como base de una autoridad epistémica que está por encima de la gente, como la que tuviesen en el pasado teólogos y eclesiásticos, convirtiéndose a los científicos en los popes de una nueva religión.


La comunidad científica, que es variada, se nos presenta como un imaginario consejo de sabios que todo lo saben. La verdadera naturaleza de lo que debe ser Ciencia ha sido adulterada por el Poder en su provecho. Los científicos se deben, como la mayoría, a quiénes les pagan. La investigación necesita de dinero, dinero que aportan los gobiernos, universidades, laboratorios y otras entidades privadas. La independencia del científico no existe, Así como la Ciencia es un producto social, los científicos son seres sociales cuya supuesta objetividad es limitada —ya que tienen también sus creencias e ideologías personales, no son asépticos— pero sus observaciones son consideradas acertadas al cien por cien, y no lo es. También se equivocan, el hecho de tener un reconocimiento y una experiencia no da pie a que todo lo que aporten sea cierto. La Ciencia hoy está hiperespecializada, los expertos solo saben mucho de poco, por lo cual no todas sus opiniones son válidas, aunque se disfracen bajo una aureola de autoridad.


La Ciencia nos supone más dudas y preguntas que certidumbre y seguridad, está constantemente variando. La Relatividad y la Mecánica Cuántica modificaron la visión del universo mecánico de Newton y Descartes, la nueva biología pone en duda la tesis neodarwinista dominante, creer que en Ciencia todo está dicho es erróneo. Y lo peor es creer que otros saberes, como la Filosofía, poco tienen que aportar al conocimiento humano, eso es pecar de «cientificismo», que no es Ciencia. Y que conste que esto no es un ataque a la Ciencia, sino del uso que se está haciendo de ella.



Los textos que incluimos en este numero son los siguientes:



- Preguntas sobre los “Expertos”, por Rafael Poch de Feliu


- ¿Todo el poder para la ciencia?, por Francisco González García

- La dictadura de la revista Nature, por Carlos Elías





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