sábado, 23 de noviembre de 2019

DIGITALIZACIÓN: Revista Amor y Rabia, Nr. 33: "Escucha, pequeño hombrecito", por Wilhelm Reich

Este número de Amor y Rabia es un homenaje a Wilhelm Reich, y el texto que aquí recuperamos fue muy discutido a mediados de los 90 en el Ateneo Libertario de la Plaza Mayor de Valladolid. Reich fue uno de los más conocidos (y polémicos) discípulos de Sigmund Freud, miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y destacado investigador de la sexualidad humana y los problemas generados de su incorrecta comprensión. A diferencia de Carl Jung, otro discípulo de Freud que se desvió hacia el esoterismo y acabó apoyando el nazismo, Reich era marxista, pero no tardó en encontrarse en el punto de mira del estalinismo, y posteriormente de la democracia burguesa estadounidense sumergida en la caza de brujas de McCarthy. En 1955 escribió estas reveladoras, amargas y certeras palabras: 

"Ha llegado el momento de ser honestos. La dictadura autoritaria no existe sólo en los Estados llamados totalitarios, sino que se encuentra tanto en la Iglesia como en las organizaciones académicas, entre los gobiernos parlamentarios igual que entre los comunistas (...) Sus elementos básicos son la mixtificación del proceso de la vida, la invalidez material y social existentes, el miedo a responsabilizarse por la propia vida y, en consecuencia, el ansia por una seguridad ilusoria y por una autoridad, sea activa o pasiva. El auténtico anhelo de democratizar la vida social, tan antiguo como nuestro mundo, se basa sin embargo en la autodeterminación, en una socialidad y moralidad naturales, en la alegría por el trabajo y la felicidad terrenal en el amor (...) estoy convencido de que nunca habrá paz permanente en el mundo y de que todos los intentos de socializar a los seres humanos serán estériles mientras los políticos y los dictadores de una u otra clase, sin ninguna noción de las realidades del proceso vital, sigan dirigiendo a masas de individuos que se encuentran endémicamente neuróticos y sexualmente enfermos (...) El conocimiento, el trabajo y el amor natural son las fuentes de la vida. Deberían también ser las fuerzas que la gobiernan, y su responsabilidad total recae sobre todos los que producen mediante su trabajo (...) Eso es lo que los acontecimientos catastróficos de nuestros tiempos nos han enseñado: educados para volverse mecánicamente obedientes, los hombres roban su propia libertad, matan a quien se la otorga y se fugan con el dictador".



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