Las palabras son armas: basta recordar el miedo y odio que genera en los propagandistas y defensores del sistema la palabra comunismo. De la misma manera temían antaño palabras como huelga, sabotage, solidaridad, sindicato o conciencia de clase, y por ello sus perros de presa de intentaron adueñar de las palabras enemigas del sistema: en Alemania, los nazis se llamaban nacional-
socialistas, y en España los falangistas se autodenominaban nacional-
sindicalistas. De la misma manera, el capitalismo de la precariedad, sucesor al industrial, se dedica a favorecer el robo de palabras y la creación de conceptos borrosos, pura retórica, con el objetivo de provocar una balcanización de la izquierda. Este fenómeno se llama
Posmodernismo, y basta darse cuenta de cómo lo difunden los medios de propaganda del poder para darse cuenta de la importancia que para ellos tiene esta peste ideológica, y por ello de la necesidad de combatirla.
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Desde el Confinamiento,
N°19:
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