EDITORIAL (16 de julio de 1996): El fantasma de Pol Pot
Hace unos días moría en Camboya el genocida Pol Pot, y esta noticia ha servido a los medios de comunicación, en concreto a la televisión, para llevar a cabo un nuevo ejercicio de manipulación informativa. Y es que no es la primera vez que se utiliza la figura del líder de los khmers rojos para argumentar que el sistema capitalista imperante es el menos malo de todos los sistemas posibles y que todo intento de superación de este llevaría a un festín de sangre al estilo del de Camboya. Se hace preciso, por tanto, poner de manifiesto la malintencionada falsedad de esta afirmación.
Para empezar, es de justicia decir que la sanguinaria figura de Pol Pot fue durante los años 80 el espantajo que los poderes fácticos de occidente usaron para criminalizar tanto a las minorías disidentes de las sociedades desarrolladas como a los movimientos antiimperialistas del Tercer Mundo. Así, las fotos de cadáveres amontonados en fosas, de montañas de cráneos, de bebés muertos, etc., llenaron las páginas de los periódicos y revistas del “civilizado” Primer Mundo, el cual asistía horrorizado ante lo que, según los medios informativos, era la consecuencia lógica de todas las “utopías revolucionarias”. De paso, los espeluznantes sucesos de Camboya servían para convencer a la de por si desinformada opinión pública norteamericana de que la politica de intervención de la CIA en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, era la correcta si se quería evitar en el continente americano un fenómeno análogo al de Pol Pot Y todo ello a pesar de que Efrain Ríos Montt -por poner un ejemplo- ayudado por EE.UU. sembrara Guatemala de cadáveres calcinados y mutilados, empleando métodos tan cruentos como los del genocida camboyano.
Pero centrándonos en la figura de Pol Pot, habría que destacar de éste los pocos datos biográficos con los que se cuentan: de verdadero nombre Satoh Sar, nacido en el seno de una familia campesina del centro de Camboya, estudiante con beca en la universidad de París, miembro del Partido Comunista de vuelta en Camboya, en el cual ascendió rápidamente... En 1970 un golpe militar pro-americano derrocó al rey Shanuk de Camboya, quien se exilió en Pekín y se alió por dos veces con los khmers rojos de Pol Pot -Shanuk mantenía fluida correspondencia con Jieu Samphan, lugateniente de Pol Pot- que estaban ocultos en el noroeste de Camboya. En 1975 la guerrilla khmer entró victoriosamente en la capital, Phom Penh, donde impuso un régimen de terror en el que la población de las ciudades fue deportada a gigantescos campos de trabajos forzados agrícolas. Como consecuencia de la represión desatada por el régimen de los khmers rojos, alrrededor de dos millones de personas fueron asesinadas.
Ante todo, hay que precisar que Pol Pot no llevó a cabo ninguna utopía de “comunismo agrario” como tanto les gusta repetir a los medios de comunicación. Muy al contrario de lo que se ha venido diciendo, lo primero que hizo Pol Pot al tomar el poder fue exterminar a los marxistas ya que, como muy acertadamente se afirma en el Diario 16 del 7-6-96, “(Pol Pot) ascendió a una camarilla que no se alimentaba del marxismo sino de las tradiciones autárticas de tribus khmers del noroeste de Camboya que vivían en un auténtico sistema de despotismo oriental que dependía directamente del agua de lluvia y de ríos para su supervivencia”. Este modo de vida inhumano fué impuesto, tras ser aniquilado el Partido Comunista, por una organización secreta llamada Ankar. Por tanto, la información difundida recientemente por los “media” según la cual la supuesta “utopía” polpotiana habría eliminado “la propiedad, la moneda y la religión” es 100% manipulación onformativa, puesto que la propiedad existía -la tierra estaba en manos de la casta khmer dirigente-: la moneda, si se abolió fue porque no existía en el rudimentario modo de vida de las tribus del noroeste; y por último, no se eliminó la religión sino una religión: el budismo -que era la religión de los camboyanos de étnia vietnemita, los cuales habíen sido combatidos por las tribus khmers desde tiempos inmemoriales-.
Pero todavía hay más: no sólo el rey Shanuk apoyó a los khmers rojos sino que también lo hicieron China y Tailandia e indirectamente EE.UU., al ser aquellos dos países aliados de los americanos. Este hecho se explica por los deseos de la entente EE.UU.-China-Tailandia de frenar la preponderancia de Vietnam -punta de lanza de la influencia soviética en la zona por aquella época- para lo cual tuvieron que brindar su ayuda a Pol Pot y sus huestes. Incluso hoy en día, a 18 años vista de la calda de Pol Pot a manos del ejército vietnamita, Tailandia sigue ayudando a los khmers rojos con el consentimiento de EE.UU., permitiéndoles refugiarse en su territorio y financiarse por medio de la explotación de minas de piedras preciosas y de maderas nobles. Por lo demás, la guerrilla khmer sigue controlando una sexta parte de Camboya y sus principales acciones armadas tienen como blanco principal a vietnamitas, camboyanos de étnia vietnamita y turistas extranjeros.
Constituye esto, por tanto, una muestra de cómo funcionan nuestros “democráticos” medios informativos que hipócritamente equiparan el sanguinario régimen de Pol Pot con toda tentativa de superación del inicuo sistema capitalista imperante a pesar de que los poderes que manejan las democracias occidentales y los medios de manipulación de masas han estado apoyando el terror de los khmers rojos durante años. Y tengamos presente el hecho de que occidente sigue vendiendo armas al genocida indonesio Suharto cuando los “mass media” vuelvan a invocar el fantasma de Pol Pot contra aquellos/as que combatimos la propiedad, la autoridad y la religión, pilares fundamentales de la barbarie contemporanea.